9 de enero de 2025 en Buenos Aires

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Girasolazo: un éxito de la familia Pereda

El camino de los Pereda para desarrollar una unidad de especialidades agrícolas que culminó con el lanzamiento de un girasol confitero con marca propia.

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Por CREA Región Oeste | OES

La familia Pereda, reconocida por su trayectoria en el ámbito agropecuario, ha sabido transformar la producción tradicional en un negocio de alto valor agregado. En un mundo donde la diversificación es clave, los Pereda le buscaron la vuelta para maximizar la rentabilidad al apostar por productos novedosos que van más allá de los granos convencionales. El último de estos emprendimientos es el girasol confitero tostado y salado que se comercializa en el mercado argentino con marca propia (“Girasolazo”).

La historia del girasol confitero en la familia Pereda comienza en 2003, cuando Eduardo Pereda (h) junto con su colaborador José Bravo, armaron una planta básica en un galpón alquilado para limpiar y clasificar por tamaño los granos del girasol. Así nacieron las primeras hectáreas de girasol con la idea de evaluar la viabilidad de esta especialidad agrícola, un paso que, con el tiempo, marcaría el inicio de un nuevo capítulo para la empresa familiar.

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Girasolazo

Girasolazo

En un primer momento, la producción fue limitada, con un sistema básico de procesamiento de las semillas y la posterior exportación de las mismas realizada por un tercero. Lucas y Matías, dos de los hijos de Eduardo, se incorporan a la empresa entre 2006 y 2007 y, al estudiar el potencial presente en el mercado, decidieron montar una planta procesadora que les permitió pasar de 600 a 5000 toneladas de girasol por año.

La clave de este crecimiento estuvo en la integración vertical, una estrategia que permitió controlar todo el proceso, desde el campo hasta la exportación, maximizando así la rentabilidad.

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Planta procesadora de especialidades agrícolas y semillas de girasol confitero

Planta procesadora de especialidades agrícolas y semillas de girasol confitero

Los Pereda idearon un modelo de negocio en el que el precio y los riesgos se distribuyen equitativamente entre todos los involucrados en el proceso productivo. “Armamos un esquema que nos parece equitativo para distribuir renta y riesgo. Es una verdadera integración vertical, en la que, si nos va bien o mal, nos afecta a todos por igual”, explica Matías Pereda, uno de los hermanos que lidera el proyecto.

Ese modelo permitió que no sólo la familia Pereda, sino también productores amigos del CREA 30 Agosto Mari Lauquen (región Oeste) y de la zona, se sumaran al negocio, sembrando girasol confitero bajo el mismo esquema de cooperación. A medida que la empresa creció, también lo hizo la producción, llegando en la actualidad a 12.000 toneladas anuales de girasol confitero.

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Los negocios de la familia se reparten de a tercios entre ganadería (cría, invernada y tambo), agricultura y especialidades agrícolas. Las diferentes empresas del grupo Pereda emplean de manera directa a más de 150 personas.

Los negocios de la familia se reparten de a tercios entre ganadería (cría, invernada y tambo), agricultura y especialidades agrícolas. Las diferentes empresas del grupo Pereda emplean de manera directa a más de 150 personas.

En 2012, la familia dio un paso más al incorporar a otro hermano, Agustín, para encarar una unidad de exportación propia. Esa decisión permitió agregar más valor a la producción, no sólo con girasol confitero, sino también con maíz pisingallo (popcorn o pochoclo). Esta expansión en la oferta de productos ayudó a consolidar su presencia en el mercado internacional.

Hoy en día, Pereda Agro exporta a más de sesenta países. “Hace más de diez años que viajamos a ferias y visitamos clientes. Es un trabajo constante, pero fundamental si se quiere tener éxito en el comercio internacional”, comenta Matías. Las participaciones en ferias internacionales como Gulfood en Dubai o la SIAL en París son algunas de las estrategias que han utilizado para mantener su competitividad en mercados globales.

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Los familiares que trabajan en la empresa son Eduardo, Santiago, Matías, Lucas, Agustín, Santiago (h), Tomás y Martín. Cada uno tiene asignadas diferentes responsabilidades y, junto a Rene Martineau, conforman el directorio ejecutivo del grupo, que cuenta en total con 17 accionistas, dos de los cuales son no familiares.

Los familiares que trabajan en la empresa son Eduardo, Santiago, Matías, Lucas, Agustín, Santiago (h), Tomás y Martín. Cada uno tiene asignadas diferentes responsabilidades y, junto a Rene Martineau, conforman el directorio ejecutivo del grupo, que cuenta en total con 17 accionistas, dos de los cuales son no familiares.

La semilla de girasol confitero es clasificada por su diámetro, donde los calibres más grandes se destinan al consumo humano, mientras que los más pequeños se utilizan para alimento de aves. La calidad comienza en el campo, donde se necesita un manejo muy eficiente, capacitación constante y un seguimiento detallado para evitar mermas.

“Te tienen que gustar las especialidades, porque son cultivos exigentes. La calidad empieza en el campo: lo que se hace mal en la producción, no se puede mejorar en la planta de proceso”, remarca Matías. Además, los lotes de producción deben estar cercanos a la planta de procesamiento para minimizar los costos logísticos, que en el caso de la exportación son una de las principales dificultades que enfrentan.

El producto estrella de la familia, “Girasolazo”, es una semilla de girasol confitero que, tras un proceso de tostado y salado, ofrece un sabor único que ya ha conquistado a muchos consumidores. “El tostado que logramos es una copia de una receta española, con algún toque nuestro, lo que le da un sabor único. No tenemos reparos en afirmar que tenemos el girasol más rico del mercado argentino", comenta con orgullo Matías.

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Girasol confitero para exportación

Girasol confitero para exportación

A través de su modelo de integración vertical, Los Pereda han logrado potenciar la producción agrícola, aumentando el empleo y fomentando el desarrollo en las localidades de la región. “Pensamos que la integración vertical tanto para exportación como para el mercado interno es una ecuación que potencia la producción agrícola y permite generar más empleo”, concluye Matías.

En resumen, “Girasolazo” no sólo es un ejemplo de cómo una familia ha logrado innovar en el sector agropecuario, sino también un testimonio de la importancia de la cooperación, la diversificación y la adaptación constante al mercado para alcanzar las metas propuestas.

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