En el marco del Día Internacional de la Mujer, entrevistamos a tres referentes del Movimiento CREA que desempeñan distintos roles dentro de la institución: desde la vicepresidencia hasta la asesoría de grupos y la producción.
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SUSCRIBITETres mujeres del Movimiento CREA hablan sobre sus carreras y desafíos. Con miradas complementarias, analizan cómo desarrollaron sus profesiones en el agro.
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SUSCRIBITEEn el marco del Día Internacional de la Mujer, entrevistamos a tres referentes del Movimiento CREA que desempeñan distintos roles dentro de la institución: desde la vicepresidencia hasta la asesoría de grupos y la producción.
Con trayectorias y visiones diversas, comparten cómo enfrentaron distintos desafíos en sus profesiones, al tiempo que expresan su vocación por la agronomía y su compromiso con una metodología de trabajo basada en el intercambio de información y experiencias entre empresas y personas.
Matilde Bunge, vicepresidente del Movimiento CREA, estudió Biología y, tras finalizar su tesis, asumió la gestión del establecimiento familiar Los Álamos, ubicado en General Belgrano y miembro del grupo CREA Castelli – Belgrano, en la Región Sudeste. En ese momento, su tío se ocupaba de la producción y su padre de la administración y planificación. "Desempeñé todos los roles en el campo. Pasé por ser peón, puestero, cadete, tractorista de labores ganaderas, administrativa y gerente", recordó.
El sistema productivo se basaba en la cría, pero en esa etapa incorporaron la recría. En el CREA y en la región comenzaban a difundirse las promociones de raigrás, una técnica que hoy es ampliamente utilizada y permitió transformar los planteos para desarrollar ciclos completos. "Fue un proceso de 5 años. Hoy no hacemos cría y me dedico a la compra, recría y terminación de novillos a corral, y agricultura", explicó.
En sus comienzos le llamó la atención la biotecnología, pero solo se estudiaba en Misiones y decidió optar por Biología en la Universidad CAECE. Más tarde trabajó en un laboratorio de modificación genética de plantas en la Fundación Leloir. "Nunca imaginé que terminaría trabajando en el campo. De niña, me fascinaban los caballos e ir al campo. De adolescente, acompañaba a mi papá a las reuniones de CREA porque él quería que estuviera informada, pero no me entusiasmaba", reconoció.
Con el tiempo, comprendió que las oportunidades laborales en Biología estaban muy enfocadas en el laboratorio y que no era lo que quería. "Cuando terminé la tesis, tenía 27 años y me pregunté: '¿Y ahora qué hago?'. Cuando mi tío se retiró de la empresa, lo vi como una oportunidad, y asumí su rol en la producción. Me encantó".
A lo largo de su trayectoria, no sintió dificultades por ser mujer en el agro. "Creo que depende del carácter de cada uno. Siempre me manejé con respeto, reconociendo el conocimiento de los demás, pero también teniendo claro mi lugar. Nunca sentí que necesitara hacerme un espacio", afirmó. “Incluso algunos cambios fueron más fáciles, como modificar horarios, criterios de manejo y organización del sistema", señaló.
En la actualidad, el 30% del grupo CREA al que pertenece está conformado por mujeres. "Cuando ingresé, era la única, pero pronto se sumaron dos empresas con mujeres a cargo, más grandes que yo. Con el tiempo, hubo otra mujer joven y fui creciendo en el Movimiento", recordó. Ocupó la presidencia del grupo en dos períodos: entre 2005 y 2007, y nuevamente en 2019. Durante este último ciclo, debió dar un paso al costado cuando Michael Dover, ex presidente de CREA, la convocó para integrar la Comisión Ejecutiva del Movimiento.
Su participación en la estructura institucional se fortaleció con los años. "Siempre estuve muy involucrada en la red, dispuesta a aportar, pero desconocía la estructura organizacional", mencionó. En 2019 se sumó a la Comisión Ejecutiva y, luego, Santiago Negri la convocó para continuar en ese rol. Más tarde, Jorge Sáenz Rozas la invitó a desempeñarse como vicepresidente.
El crecimiento de la participación femenina en CREA es un reflejo de una tendencia más amplia en el agro. "El aumento de la participación de mujeres en roles institucionales, como la presidencia, vocalías o la Comisión Ejecutiva, está relacionado con que cada vez más mujeres ocupan posiciones estratégicas en sus empresas", analizó.
Dentro del equipo de colaboradores de CREA, la mayoría son mujeres. "CREA nunca puso restricciones, al contrario, es una organización que brinda muchas oportunidades", aseguró. Desde su visión, el Movimiento mantiene abiertas las puertas a quienes quieran trabajar por su empresa, por la institución o por Argentina.
Pamela Federici es asesora del grupo CREA Vignerons, en la zona de Valles Cordilleranos, desde hace cinco años. Es ingeniera agrónoma, egresada de la Universidad Nacional de Cuyo. Antes de ser asesora, fue miembro CREA a través de la empresa en la que trabajaba. Su interés por el Movimiento la llevó a invitar a esa firma a sumarse a un grupo y, en 2019, realizó el primer curso de formación para asesores. Desde entonces, no dejó de involucrarse.
"Previo a la pandemia, conversamos con el coordinador sobre las necesidades de la zona y decidimos formar un grupo de empresas familiares, con pequeños y medianos vitivinicultores. Así nació CREA Vignerons, con miembros desde la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy, hasta Trevelin, en Chubut, y desde Mendoza hasta Buenos Aires. Hoy, el grupo funciona de manera digital y sin fronteras, con 11 empresas distribuidas en siete provincias", explicó.
El nombre del grupo hace referencia a un término francés. "Vignerons significa viñatero. Es un concepto que representa al viticultor que no solo cultiva su viñedo, sino que también elabora y comercializa su vino. Es decir, se ocupa de toda la cadena", detalló.
Federici nació y vive en Mendoza, aunque su trayectoria profesional también la llevó a trabajar en países como Italia, Australia, Estados Unidos y Francia, siempre en el ámbito de la vitivinicultura. Pese a sus logros profesionales, reconoce que muchas veces las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los varones. “Considero que somos diferentes, tenemos desafíos distintos, pensamos distinto y, desde la biología, hombres y mujeres nos ocupamos de cosas distintas. Por eso creo que podemos lograr una sinergia interesante", afirmó.
"Todavía es un gran desafío liderar un equipo de trabajo en una finca y que los hombres te respeten y valoren, porque trabajamos en un ambiente bastante machista, aunque ha mejorado muchísimo desde que arranqué mi carrera laboral. Cuando acompañás a un grupo y empatizás con personas que compartís valores, con el tiempo ese vínculo se hace cada vez más fuerte. Hoy siento que me respetan y valoran", expresó.
Federici considera que haber elegido la agronomía fue un gran acierto. "Amo lo que hago. Me siento afortunada de haber elegido esta carrera y el día a día de mi trabajo. El Movimiento CREA me cambió la vida. Encontré un espacio de trabajo con gente que comparto valores, de mucho respeto y apoyo. Es una red de contención muy grande", sostuvo.
Uno de los desafíos más importantes que enfrentó fue organizar su tiempo entre el trabajo y la maternidad. "Ser madre fue un gran punto de inflexión. Antes podía trabajar hasta el infinito. Pero llegó un momento en que decidí tener un mayor equilibrio entre ser mamá y profesional. Hoy puedo hablarlo en el trabajo y me siento acompañada", concluyó.
Pía Barrios Barón es oriunda de América, provincia de Buenos Aires. Luego de terminar la secundaria, viajó a Buenos Aires para estudiar Agronomía en la UBA, donde se recibió en 2018. Tras obtener el título, evaluó formarse en el exterior, hacer un posgrado o trabajar en otra firma. Pero decidió volver a su ciudad natal y sumarse a la empresa familiar. "Quería compartir esa experiencia con mi viejo, Carlos Barrios Barón", contó.
"Me recibí un 10 de julio y ocho días después empecé a trabajar en La Criolla, miembro del CREA Corralero, en la zona Oeste Arenoso, una empresa familiar diversificada, con agricultura y ganadería de ciclo completo. Tenemos un feedlot donde recriamos y engordamos hacienda propia, principalmente invernada de compra, y ofrecemos el servicio de hotelería. Somos 54 profesionales y operarios calificados, entre el equipo de administración con sede en América y el de producción en La Criolla. En mi caso, comencé como junior y hoy, luego de un camino de formación dentro de la empresa familiar, llegué a ser gerenta de Producción", explicó.
La Criolla es una empresa certificada. "Anualmente certificamos bienestar animal y buenas prácticas en el feedlot, bajo los protocolos de la Cámara Argentina de Feedlot, que incluyen la alimentación, sanidad, recursos humanos, higiene y seguridad ocupacional. En agricultura, el año pasado certificamos Soja RTRS y hacer tres años venimos certificando con Aapresid Agricultura Certificada Sustentable (ACS)", detalló.
Pia se involucró de lleno en estos procesos. "Tomé los objetivos como metas personales, junto con el equipo de trabajo, porque certificar procesos le da un mayor estándar a la empresa y ordena los procesos internos", sostuvo. Además, hace tres años comenzaron un proyecto de carbono, mediante el cual calcularon su huella a través de protocolos de Verra. "Vender bonos es un desafío y un reconocimiento al nuestro trabajo ambiental. Estamos esperando la auditoría internacional", agregó.
El vínculo con el agro nació en la infancia. "Desde chiquita esperaba el verano para pasarlo ahí con mis abuelos. Pero en la secundaria se me despertó el interés por la Geología y empecé a estudiar esa carrera en la UBA. Sin embargo, en una reunión CREA, donde La Criolla era anfitriona, escuché hablar a mi viejo con pasión sobre la empresa familiar, sus objetivos y sus problemas, y entendí lo valioso del intercambio con otros productores. Me emocioné y dije: '¡Quiero hacer esto!'. Hablé con mis viejos, porque cambiar de carrera era un conflicto, pero me di cuenta de que quería ser empresaria y participar del negocio familiar", recordó. Así fue como dejó Geología y se volcó a la Agronomía. "Me terminé enamorando de la carrera. La Agronomía es hermosa, y los amigos y colegas que te da la carrera son invaluables", afirmó.
Ingresar al sector agropecuario siendo mujer no fue fácil. "Es un sector bastante machista y patriarcal, muy tradicionalista, y siento que la actividad ganadera más que la agrícola. No obstante, en estos años hubo cambios positivos. De hecho, soy presidenta del CREA Corralero, donde soy la única mujer y la más joven, con 29 años", relató.
Su llegada fue disruptiva. "Entré con mucha energía, ganas de aprender y de hacer. Nuestro grupo CREA creció en estos años con la incorporación de tres nuevas empresas y miembros de mi generación. Esta renovación nos dio un empuje para seguir motivados. Hoy balanceamos la experiencia de los miembros fundadores y el empuje y ganas de los más jóvenes, incluido nuestro asesor. Algo no menor que falta en el grupo y en el sector en general es una mayor proporción de mujeres dueñas de empresas o en roles de gerencia. Me encantaría que haya más mujeres empresarias en el agro”, contó.
En la empresa familiar también tuvo que ganarse su lugar. "Cuando entré a La Criolla me costó porque eran todos hombres, yo era muy chica y la hija del dueño. Empecé a trabajar a los 23 años, un poco sola, sin un rol definido y a los ponchazos, pero aprendí y de a poco fui encontrando mi lugar. Creo que ser mujer hace más difícil la inserción en muchos trabajos, porque te subestiman, no confían o piensan que no podes hacerlo”.
"Nos falta un montón como sociedad, ya que implica una desconstrucción que no es rápida ni sencilla. Pero hay que imponerse, no tener miedo, demostrar que una puede y pensar que, cuando se tienen ganas, se puede llegar lejos, aunque para las mujeres sea siempre un poco más difícil. Como dijo una poeta norteamericana: `Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie´”, concluyó.